Había que decidir, si salir antes, o hacer la regata. Después de hablar con Edu, decidimos empezar la regata, y si se hacía demasiado tarde, abandonar, utilizar motor, o ir a rumbo directo.
Para esta regata la tripulación se amplió con dos almirantas Ana y Eli. A las 10:00 h del Sábado 26 de Febrero disfrutamos de un grato desayuno en el RCR de Cartagena (a cuenta de la Organización), y a las 10:30 h salíamos con el Albana rumbo a la bocana del puerto desde donde se iba a realizar la salida.
Había poquito viento y mucha ola (típico día para el mareo), costaba avanzar con esa ola, y el Albana se sentía raro en aguas extrañas, pero, como siempre había que dar la cara, nos situamos muy cerca de la línea de salida con la mayor unicamente, e hicimos una salida de órdago, junto a los pepinos, y los primeros de nuestra clase.
El rumbo al principio era una ceñida abierta hacia el islote de Los Palomos, y algunos barcos optaron por sacar el código cero, pero a mi entender no les funcionó porque la ola era grande y les desventaba la vela. El Albana se alejaba de sus competidores, llegamos primeros a la primera etapa, Magnífico.
El viento empezó a subir, y a cerrarse, ceñimos muy bien y nos despegamos mucho del Mandinga, pero me equivoqué dí un bordo que me alejaba de Cabo Tiñoso, y nos costó pasar terceros por la segunda etapa, una pena, pero aprendí la lección, no creo que me vuelva a pasar.
Al llegar a Cabo Tiñoso, nos dispusimos a comer, y el viento se tomó un descanso, una encalmada total. Disfrutamos de los bocatas y bebida, y a esperar al viento. A la hora de encalmada decidimos abandonar la regata, avisamos al comité, pusimos el motor, y proa Cabo Cope.
Tardamos 4 horas a motor hasta Águilas, y llegamos a las 19:15 h casi sin luz.
El resto de la flota decidió más adelante abandonar, con lo que la regata se hizo hasta Tiñoso. Quedamos terceros, pero con la lección aprendida.
El viaje a motor fue una prueba para el fueraborda, que se portó como un verdadero campeón y nos llevó a buen puerto. El viaje una delicia, buena compañía, avistamientos de delfines, de peces luna y hasta un salto de un pez espada.
Al llegar al Club Naútico de Águilas nos esperaba la entrega de premios, con nuestro merecido tercer puesto, y una cena fría.
Después de dos días navegando, llegó la relajación: cena, muchas cervezas, muchas risas, unos cuantos cubaticas y a la cama tarde.
Fué un bonito día, aunque se me olvidaba comentar lo negativo, nos quedamos sin batería para la radio fija del barco, aunque las luces de navegación si funcionaban. Un pequeño susto, subsanado con la radio portatil.
Nos esperaba la regata del Domingo, muy complicada, con un nivel muy alto, y nosotros sin tripu, como siempre.